¿Qué es educar?
Educar debería ser una tarea conjunta encabezada por la familia y seguida por la escuela y toda la comunidad. La persona es producto de la unión irrevocable y absoluta de estos tres elementos que componen lo que se conoce como cultura y que Williams (1962) definió como “un particular modo de vida” moldeado por valores, tradiciones, creencias, objetos materiales y por un territorio (en Lull, 2009: 92).
Para Freire (1993) la educación es “un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de la belleza, capacitación científica y técnica; así es la educación, práctica indispensable y específica de los seres humanos en la historia, como movimiento y como lucha” (en Casali, et al., 2005: 20). En esta definición, la educación se abarca de manera universal como una responsabilidad de todos; no sólo de la familia o de la escuela o de la comunidad en general, sino de la sociedad como un todo unificador y complementario.
Para Freire (1993) la educación es “un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de la belleza, capacitación científica y técnica; así es la educación, práctica indispensable y específica de los seres humanos en la historia, como movimiento y como lucha” (en Casali, et al., 2005: 20). En esta definición, la educación se abarca de manera universal como una responsabilidad de todos; no sólo de la familia o de la escuela o de la comunidad en general, sino de la sociedad como un todo unificador y complementario.
1. Educación y escuela
Desde los años ochenta el debate ideológico sobre la escuela ha sido producto de la investigación científica, los movimientos sociales alternativos provocados por la comunidad educativa y los de la renovación pedagógica.
El concepto de educación ha evolucionado con el tiempo. No obstante, ¿cuál es el papel de la educación escolar? En Líderes y educadores, Casares Arrangoiz (2000: 23) expresa que la escuela:
...es la principal garantía en la construcción de un futuro mejor para los países latinoamericanos. Instituciones tan importantes como la UNESCO, el Consejo Interacción, el Banco Mundial, la OEA y distintos líderes de países [...] están convencidos de que la educación es la vía para lograr el desarrollo individual y colectivo.
Dice más adelante: “la educación se debe enfocar a la formación esencial y a inculcar los valores fundamentales que garanticen la realización personal y familiar, así como la construcción de comunidades solidarias y la transformación del mundo por medio del trabajo” (p. 25). Por lo que dentro del concepto de educación está implícita la educación en valores y la formación ética que cobra hoy día una prioridad preponderante en una sociedad como la guatemalteca. Como dice Heisenberg (1958) “la ética sólo puede nacer de los valores fundados en las referencias espirituales de la comunidad y es la base para crear una nueva sociedad” (en Casares Arrangoiz, 2000: 25). Por otro lado, la humanización de la que habla Edgar Morin en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999) podría coincidir con la siguiente cita de Ortega (1994) citado en Cid Fernández et al. (2001:12):
El hombre se nos revela como un ser que piensa, pero también como alguien que sufre y goza; es afecto, emoción, y no sólo inteligencia. Es decir, es un ser complejo, multidimensional. Y si es así, no sólo la inteligencia sino también sus sentimientos, emociones, valoraciones y actitudes, su dimensión corporal, estética deben ser educadas.Entender al hombre así, y educarlo según lo que éste es y demanda, exige abordar los valores como contenidos explícitos, inevitables en todo proceso educativo [el subrayado es propio].
La violencia en la escuela puede estar disfrazada bajo la noción de disciplina y castigo, dentro de las interrelaciones docente-estudiantes, entre profesores, entre directores y maestros, entre padres de familia y centros educativos. No obstante, para que exista una verdadera educación en valores haría falta que ésta existiera en todas las esferas de la vida pública y privada de los guatemaltecos. En el medio escolar, haría falta incorporar contenidos referidos a la formación en democracia, equidad y derechos humanos los cuales conforman la educación en valores relativos a normas y actitudes. Pero estos contenidos deberían incluirse dentro de las asignaturas como una reflexión y tratamiento interdisciplinar en todas las materias (Argueta de Palacios, 2009: 12).
Con esto se hace preciso insistir en que los contenidos deberían ser relevantes a la vida cotidiana del estudiante. Savater asegura que la tarea actual de la escuela resulta doblemente complicada: “Por una parte, tiene que encargarse de muchos elementos de formación básica de la conciencia social y moral de los niños” que antes era responsabilidad de la familia, y por el otro abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde un ángulo más crítico e intelectual (2006: 72).
El concepto de educación ha evolucionado con el tiempo. No obstante, ¿cuál es el papel de la educación escolar? En Líderes y educadores, Casares Arrangoiz (2000: 23) expresa que la escuela:
...es la principal garantía en la construcción de un futuro mejor para los países latinoamericanos. Instituciones tan importantes como la UNESCO, el Consejo Interacción, el Banco Mundial, la OEA y distintos líderes de países [...] están convencidos de que la educación es la vía para lograr el desarrollo individual y colectivo.
Dice más adelante: “la educación se debe enfocar a la formación esencial y a inculcar los valores fundamentales que garanticen la realización personal y familiar, así como la construcción de comunidades solidarias y la transformación del mundo por medio del trabajo” (p. 25). Por lo que dentro del concepto de educación está implícita la educación en valores y la formación ética que cobra hoy día una prioridad preponderante en una sociedad como la guatemalteca. Como dice Heisenberg (1958) “la ética sólo puede nacer de los valores fundados en las referencias espirituales de la comunidad y es la base para crear una nueva sociedad” (en Casares Arrangoiz, 2000: 25). Por otro lado, la humanización de la que habla Edgar Morin en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999) podría coincidir con la siguiente cita de Ortega (1994) citado en Cid Fernández et al. (2001:12):
El hombre se nos revela como un ser que piensa, pero también como alguien que sufre y goza; es afecto, emoción, y no sólo inteligencia. Es decir, es un ser complejo, multidimensional. Y si es así, no sólo la inteligencia sino también sus sentimientos, emociones, valoraciones y actitudes, su dimensión corporal, estética deben ser educadas.Entender al hombre así, y educarlo según lo que éste es y demanda, exige abordar los valores como contenidos explícitos, inevitables en todo proceso educativo [el subrayado es propio].
La violencia en la escuela puede estar disfrazada bajo la noción de disciplina y castigo, dentro de las interrelaciones docente-estudiantes, entre profesores, entre directores y maestros, entre padres de familia y centros educativos. No obstante, para que exista una verdadera educación en valores haría falta que ésta existiera en todas las esferas de la vida pública y privada de los guatemaltecos. En el medio escolar, haría falta incorporar contenidos referidos a la formación en democracia, equidad y derechos humanos los cuales conforman la educación en valores relativos a normas y actitudes. Pero estos contenidos deberían incluirse dentro de las asignaturas como una reflexión y tratamiento interdisciplinar en todas las materias (Argueta de Palacios, 2009: 12).
Con esto se hace preciso insistir en que los contenidos deberían ser relevantes a la vida cotidiana del estudiante. Savater asegura que la tarea actual de la escuela resulta doblemente complicada: “Por una parte, tiene que encargarse de muchos elementos de formación básica de la conciencia social y moral de los niños” que antes era responsabilidad de la familia, y por el otro abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde un ángulo más crítico e intelectual (2006: 72).
2. La preparación del docente en la educación de hoy
La incorporación de los ejes transversales en el currículo de la formación docente es la manifestación de una preocupación por tratar problemas fundamentales de la sociedad actual y que afectan de alguna u otra manera la vida y las experiencias de todos los ciudadanos. A pesar de que desde el marco de los Acuerdos de Paz (2000) se recomienda la inclusión de la educación ética, moral y cívica dentro de la educación formal, muy pocas instituciones educativas la han tomado en serio. Los ejes forman parte de los fundamentos educativos y pedagógicos para la educación del siglo XXI, en donde las Reformas Educativas constituyen un proceso de revisión y reconstrucción del contenido curricular. La educación en medios apuesta por la ejecución de los ejes que propone el CNB (multiculturalidad, ciudadanía, equidad de género, etc).
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Dentro de este nuevo paradigma, para Argueta de Palacios (2009:11) el docente debería trascender la concepción personal de su aula o materia, a una visión más global como miembro de un equipo de formadores: “Esta visión del docente, como profesional del currículo, exige un repertorio de competencias que van más allá de la trasmisión de saberes. Debe ser un orientador de la construcción del conocimiento, así como un facilitador de la formación de valores, en el aula, en la escuela y en la comunidad” (en CEDUCAR).
El concepto de “maestro de vida” será entonces el nuevo papel del docente del siglo XXI. Más que sentirse identificado exclusivamente con su propia disciplina o área de experiencia dentro de las cuatro paredes del aula, será “el facilitador de la nueva civilización que ponga en el centro los valores humanos. Sólo entonces volverá a tener sentido la vocación de maestro y habrá recobrado el lugar social que le corresponde al lado de los héroes y los forjadores de las sociedades” (Casares Arrangoiz, 2000: 121). |
3. Educación y familia
Durante los últimos treinta años, las formas de vida familiares se han modificado de distintas maneras. Hay una significativa disminución del número de casamientos y han aumentado las comunidades de vida no matrimoniales, las personas que viven solas y las familias con padrastros, entre otras tendencias. Este fenómeno lo explica Bauman (2005) al decir que las relaciones de hoy se caracterizan por la rampante “individualización” de la moderna vida líquida en donde los seres humanos temen correr los riesgos del compromiso pero viven sumidos en la angustia eterna de vivir “desconectados”. No obstante, a pesar de todas estas modificaciones, la convivencia de los hijos con sus padres es el lugar insustituible del aprendizaje social, en el que se ensaya la confianza en la vida y la confiabilidad de las relaciones humanas (Schockenhoff, 2006: 11-16).
Pero para Luengo Martín (2010: 6), uno de los mayores desafíos que enfrenta la educación actual es que “vivimos en una sociedad que piensa más en castigar que en prevenir”. La disponibilidad de tiempo en las familias de hoy es mínima. Esta realidad tiene una relación directa entre las conductas problemáticas de los niños y jóvenes. Al respecto dice: “Normalmente un estudiante conflictivo deriva de una familia que no cumple adecuadamente con sus obligaciones educativas”. Esto significa que los padres, así como los profesionales de la educación, necesitan formarse cada vez mejor.
Savater debate este tema en El valor de educar (2002) en donde asegura que la familia tiene una “indeleble fuerza persuasiva” y que en los mejores casos servirá al niño para resistir los problemas de la vida y tomar decisiones acertadas. No obstante, en los peores casos, agrega, “hace arraigar prejuicios que más tarde serán casi imposibles de extirpar” (p.58). Por otro lado, es interesante el planteamiento que desarrolla en torno a la televisión como un rompe-tabúes que lo cuenta todo: las escenas de sexo, los talk y reality-shows, los programas donde exhiben las confesiones melodramáticas de personas que no pueden lidiar con el peso, la depresión y los problemas familiares, son sólo el camino que ha llevado a la falta de respeto por la privacidad propia y ajena.
Pero aquí se encara una doble realidad: no se trata de censurar a los medios masivos de comunicación, ni a todos aquellos elementos que se consideran amorales, sino más bien de que la formación de valores sociales representa hoy un enorme reto y una prometedora posibilidad para todos los adultos responsables de la educación de las nuevas generaciones: “En demasiadas ocasiones, los padres no educan para ayudar a crecer al hijo sino para satisfacer modelándolo a la imagen y semejanza de lo que ellos quisieran haber sido, compensando así carencias y frustraciones propias” (Savater, 2002: 73). Es, por lo tanto, en el seno de la familia donde se pueden gestar los mejores valores pero también las más grandes dificultades. Por ello, Payán Cervera expresa que “la familia pude hacer la diferencia y ser la gran aliada para superar los obstáculos que la vida presenta, en beneficio de sus miembros” (2010: 118).
Los padres de familia pueden ayudar a formar valores de equidad de género ante los estereotipos de los medios si saben interpretar de forma crítica y reflexiva las imágenes que refuerzan constantemente el rol social de la mujer y del hombre. La publicidad sexista se aprovecha de los códigos de significación de una sociedad patriarcal y machista, como lo muestra la gráfica izquierda que se expone al finalizar esta página: desde niña, a la mujer se le instruye en su rol de ser la encargada del cuidado de otros. Lejos de satanizar lo que puede resultar femenino o masculino, se trata de profundizar en lo que estos paradigmas han traído consigo a través de la violencia de género, violencia intrafamiliar, inequidad e injusticia. La educación en medios analiza en este aspecto las consecuencias que este tipo de relaciones trae consigo en la realidad y ayuda a comprender la cultura y su complicada estructura. En este aspecto, conocer las causas del machismo, por ejemplo, podría incrementar la posibilidad de que las nuevas generaciones construyan mejores relaciones de pareja basadas en el respeto y la aceptación mutuas.
Savater debate este tema en El valor de educar (2002) en donde asegura que la familia tiene una “indeleble fuerza persuasiva” y que en los mejores casos servirá al niño para resistir los problemas de la vida y tomar decisiones acertadas. No obstante, en los peores casos, agrega, “hace arraigar prejuicios que más tarde serán casi imposibles de extirpar” (p.58). Por otro lado, es interesante el planteamiento que desarrolla en torno a la televisión como un rompe-tabúes que lo cuenta todo: las escenas de sexo, los talk y reality-shows, los programas donde exhiben las confesiones melodramáticas de personas que no pueden lidiar con el peso, la depresión y los problemas familiares, son sólo el camino que ha llevado a la falta de respeto por la privacidad propia y ajena.
Pero aquí se encara una doble realidad: no se trata de censurar a los medios masivos de comunicación, ni a todos aquellos elementos que se consideran amorales, sino más bien de que la formación de valores sociales representa hoy un enorme reto y una prometedora posibilidad para todos los adultos responsables de la educación de las nuevas generaciones: “En demasiadas ocasiones, los padres no educan para ayudar a crecer al hijo sino para satisfacer modelándolo a la imagen y semejanza de lo que ellos quisieran haber sido, compensando así carencias y frustraciones propias” (Savater, 2002: 73). Es, por lo tanto, en el seno de la familia donde se pueden gestar los mejores valores pero también las más grandes dificultades. Por ello, Payán Cervera expresa que “la familia pude hacer la diferencia y ser la gran aliada para superar los obstáculos que la vida presenta, en beneficio de sus miembros” (2010: 118).
Los padres de familia pueden ayudar a formar valores de equidad de género ante los estereotipos de los medios si saben interpretar de forma crítica y reflexiva las imágenes que refuerzan constantemente el rol social de la mujer y del hombre. La publicidad sexista se aprovecha de los códigos de significación de una sociedad patriarcal y machista, como lo muestra la gráfica izquierda que se expone al finalizar esta página: desde niña, a la mujer se le instruye en su rol de ser la encargada del cuidado de otros. Lejos de satanizar lo que puede resultar femenino o masculino, se trata de profundizar en lo que estos paradigmas han traído consigo a través de la violencia de género, violencia intrafamiliar, inequidad e injusticia. La educación en medios analiza en este aspecto las consecuencias que este tipo de relaciones trae consigo en la realidad y ayuda a comprender la cultura y su complicada estructura. En este aspecto, conocer las causas del machismo, por ejemplo, podría incrementar la posibilidad de que las nuevas generaciones construyan mejores relaciones de pareja basadas en el respeto y la aceptación mutuas.
4. La alfabetización mediática (Media Literacy) y la educación en medios (Media Education)
El concepto “alfabetismo” inició desde que el hombre cuenta con registro de la historia. Ser alfabetizado se entiende como aquella persona que tiene habilidad de interpretar palabras que comunican un mensaje. Hoy día se utilizan varios términos en torno al alfabetismo, no obstante el alfabetismo mediático o la alfabetización mediática, como prefiera llamarse, se puede entender como la capacidad para producir, interpretar, analizar y criticar los medios masivos de comunicación. Los medios son múltiples y variados: televisión, cine, teléfonos celulares, SMS, publicidad, música, vídeos, fotografía, cómics, documentales y todo el vasto mundo de Internet (redes sociales, correo electrónico, buscadores, juegos de video, wikis, blogs, sitios, etc.).
Una definición más precisa viene de Silverblatt (2001) que subraya los siguientes elementos como constituyentes de la alfabetización mediática (en Strasburger, Wilson y Jordan, 2009: 522):
1. Destrezas del pensamiento reflexivo que facultan a la audiencia a desarrollar juicios propios sobre el contenido en los medios.
2. Comprensión del proceso de la comunicación masiva.
3. Sensibilización del impacto que ejercen los medios en el individuo y en la sociedad.
4. Desarrollo de estrategias que permiten la discusión y el análisis de los mensajes masivos de comunicación.
5. Toma de conciencia de que el contenido en los medios es un texto que proporciona una mirada perspicaz de nuestra cultura contemporánea, así como de nosotros mismos.
6. Un incremento del disfrute, comprensión y apreciación del contenido en los medios
7. En cuanto a los medios masivos de comunicación: La habilidad para producir de manera efectiva y responsable mensajes mediáticos.
Enseñar a los niños y jóvenes a unir las palabras para deletrear es una cosa, pero enseñarles a comprender las ideas más complejas ha sido una de las metas más trascendentes de la educación. No obstante, los retos que los seres humanos enfrentan hoy en la era de la información y del conocimiento hacen imprescindible el desarrollo de las competencias para interpretar el lenguaje audiovisual complejo, que tiene sus propias reglas (gramática), entre otros aspectos. Sin embargo, para que los niños y niñas de hoy sean capaces de navegar entre la cultura mediática, necesitan leer con fluidez esta lectura y escritura que se transmite a través de imágenes y sonidos.
La transformación cultural que ha traído consigo la llamada Era de la Información, constituye la razón de ser del nuevo tipo de alfabetismo que, además de ser una nueva forma de aprender, es crítica en el siglo XXI. En “Conjunto de Herramientas para Alfabetismo en Medios” (2004: 6) publicado por el Center for Media Literacy (CML, por sus siglas en inglés) se enumeran cinco razones por las que el alfabetismo mediático es importante, las cuales se ilustran en la siguiente gráfica.
El CML aboga por una filosofía de “empoderamiento” mediante la educación. Esta filosofía incorpora tres conceptos que se entrelazan:
- En un mundo mediático globalizado, el alfabetismo en medios es educación para toda la vida.
- El corazón del alfabetismo mediático es la indagación informada.
- El alfabetismo mediático constituye una alternativa a la censura, al boicoteo o a la inculpación de “los medios”.
Por otro lado, la educación en medios parece abarcar un mayor espectro mediático y va más encaminado a la búsqueda de soluciones de la alfabetización mediática. La educación en medios incluye una gran variedad de crítica reflexiva y una mayor cantidad de docentes de disciplinas tradicionales.
La alfabetización mediática se dirige más a la educación, las comunicaciones, los estudios sobre medios, la psicología, los estudios culturales, la literatura, las telecomunicaciones y la información científica (Hobbs, 2005). La educación en medios le agrega la salud, la medicina, la ciencia, la religión, la ciencias políticas, la historia y la tecnología. La alfabetización mediática tiende a enfatizar el pensamiento crítico, mientras que la educación en medios se preocupa más por usar las metodologías del pensamiento crítico para combatir la falta de equidad y los problemas culturales (en Strasburger, Wilson y Jordan, 2009:523).
Un estudio reciente de la UNESCO resumió la definición de la educación en medios a través de una visión de empoderamiento en los adultos jóvenes: “Los nuevos y emergentes paradigmas visualizan a la juventud como los protagonistas en la toma de decisiones, en ejercer la elección, y lo más importante, como agentes activos en promover los procesos democráticos y el compromiso cívico” (Ashtana, 2006) citado en Strasburger, Wilson y Jordan (2009: 523).
Las instituciones educativas solían ser un refugio de las influencias explotadoras de la publicidad. Los padres esperaban que sus hijos aprendieran en la escuela a leer, escribir, a resolver problemas lógicos-matemáticos, en fin, a pensar. Existe una relación de confianza implícita entre los miembros del comité escolar, los administradores y el claustro docente, por un lado, y las familias, por el otro. No obstante, la autoridad escolar ha violado progresivamente este pacto de confianza que ha transformado la educación formal en una mera operación de intercambio financiero. Las autoridades escolares han permitido que sus estudiantes se conviertan en la audiencia perfecta, cautiva y receptiva, de la industria del consumo (Ruskin, 1999).
Aprender a traducir imágenes que ilustran modelos que se alejan de la fisionomía de la media guatemalteca, conllevaría a desarrollar más el pensamiento lógico reflexivo para poder interpretar mejor los mensajes de todo lo que rodea la cultura del consumo. La gráfica inferior del centro mercadea la cerveza Amstel light cuyo lema es: "Think of it as a light beer that's not in touch with its feminine side" (Piense que la ligereza de esta cerveza no tocará su lado femenino). La gráfica de la derecha plasma el símbolo de estatus, cuyos modelos representan la clase elite guatemalteca; su poder adquisitivo les permitirá ser “clientes exclusivos” del café y tienda de modas Saúl y en este aspecto, ¿a quién no le gusta pertenecer a lo exclusivo? No obstante, en el país sólo unos pocos lo logran sin mucho esfuerzo.
El siguiente vídeo describe la necesidad de cambiar los paradigmas educativos. Conferencia dictada por Sir Ken Robinson.